domingo, 2 de junio de 2013

Creación colectiva: otra forma de jugar a rol con los peques.

Después de las dos experiencias rolera que ya os he contado vino una tercera usando la misma mecánica: dados, tiradas, habilidades, unos cuantos objetos mágicos o no (tipo brújula, abrigo, raquetas de nieve....) La aventura sería en la Antártida y el objetivo era encontrar una vieja base donde unos científicos habían desaparecido. A todo esto añadí la posibilidad de que sus personajes pudieran llevar una mascota que los ayudaría en la aventura. Entonces los alumnos decidieron sus mascotas y así aparecieron tres dragones, dos lobos, un pingüíno..... y hasta un elefante. El resultado de la final era obvio: los aventureros llegaron hasta el corazón de la Antártida donde encontraron la base abandonada y al mismísimo Cthulhu dándose una vuelta. Huyeron por patas....
Me hace gracia que ahora siempre que pasa algo en clase me dicen que ha sido Cthulhu.

Bueno, pues no era esta la experiencia de creación colectiva que os quería contar. Resulta que el viernes pasado jugué una cuarta partida, pero esta vez fue sin dados, sin tiradas, sin fichas, sin usar ningún juego indi... Fue una tarea de creación colectiva. Ni siquiera tenían personajes: eran ellos mismos los que se sumergieron en la historia. Todo empezó por una idea que me dio el maestre Jose Manuel Palacios (alias Pandapon o Pandaman o Panda... un saludo mr. Panda). Empezó a escribir una historia y la dejaba abierta para que la gente siguiera con ella, pues eso hice, empecé su historia y la dejé abierta. La narración de Panda empezaba con algo así: "Te despiertas en una habitación que no es la tuya. Sólo hay una cama y una puerta cerrada. Llevas un pijama que no es el tuyo. De pronto se oyen tres golpes en la puerta, están llamando. ¿Qué haces?...." A partir de ahí la imaginación se dispara.

Jugar con niños tiene la ventaja de que ellos no tienen "cortapisas" y que están deseando aportar a la historia, casi de manera compulsiva. Por cada cosa que añadía tenía cuatro o cinco manos levantadas para decirme lo que pensaban que ocurría (Abres la puerta y... ¿qué hay detrás?) El truco era ir dejando preguntas abiertas, hacer muchos "cliffhanger" y preguntar a continuación si se imaginaban lo que iba a pasar. Yo sólo tenía que escuchar sus ideas (tres o cuatro) y tomar una de ellas para seguir con la historia. Ellos me iban dando el siguiente paso. Yo sólo los "iba conduciendo pero ellos pintaban el paisaje" (¿Cómo sabías que había unas escaleras? Bueno, pues comienzas a bajar las escaleras. De pronto oyes unos pasos que vienen por el pasillos que dejaste atrás...)

Fue divertidísimo y terrorífico.

2 comentarios:

  1. Hola, desde ya mis saludos desde Chile. Bueno, me presento, soy Nelson, un informático de 35 años dedicado a los quehaceres del área y a la docencia de educación superior. He estado un tanto inquieto este año tratando de tomar una senda olvidada por los programas de estudio: jugar. Para comenzar no soy rolero, y lo más cercano que he estado de ello fue cuando jugué Zelda para SNES. He comenzado leyendo algunos post acerca del uso del rol en niños y he venido a dar aquí a tu morada. Realmente tu experiencia me llena de satisfacción, pues en mi pequeño mundo de líneas de programación pensaba que entrar en este tipo de misiones sería un sacrilegio cuando se me ocurriera contarle al jefe de carrera. Muchas gracias por contarle al mundo acerca de la sesiones. Francamente creo que la educación se merece más ideas como las que estás aplicando.
    Un abrazo cordial y seguiré leyendo respecto de las experiencias docentes en el juego de rol.

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    1. Muchas gracias por tus palabras, Nelson. A este lado del charco somos varios los maestros que usamos los juegos de rol en nuestras aulas y, puedo decir seguro, que es una herramienta maravillosa.
      Un saludo

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